Nunca dejes que los hechos interfieran en el camino de una buena historia
Empezamos recordando a Cary Grant en “Luna Nueva”, interpretando a un manipulador director de periódico diciendo a uno de sus “secuaces”: “Never let the facts get in the way of a good story.” Nunca dejes que los hechos interfieran en el camino de una buena historia.
Vivimos tiempos en los que la inmediatez y el impacto parecen imponerse sobre la serenidad y la veracidad. Los titulares han sustituido al análisis, y la complejidad de lo real se ve reducida a frases de efecto que buscan impactar más que informar.
En este momento, la frase “Nunca dejes que los hechos interfieran en el camino de una buena historia.” se ha convertido en un triste lema de una parte del panorama mediático actual. Esto lleva a que sea más importante el relato que la verdad, más importante el espectáculo que la ética.
Pero, cuando se escribe y se habla de instituciones públicas como las sanitarias, donde la confianza de las personas en las personas que los atienden, es el pilar de todo lo que hacemos, la verdad no puede ser algo accesorio, no puede ser algo negociable. Cada información, cada mensaje, cada comunicación debe estar guiada por la transparencia y la responsabilidad. No hay avance posible en salud sin información veraz, contrastada y honesta.
El daño que provocan las noticias parciales o directamente falsas no se limita a la reputación institucional: afecta a las personas. Afecta a cada uno de los profesionales que, día a día, en cada turno, dedican su esfuerzo y su vocación a cuidar a otros, y que ven cómo su trabajo se distorsiona o se cuestiona por informaciones inexactas y a veces incluso falsas. Detrás de cada titular injusto hay personas atacadas, personas indefensas, personas que ponen en duda sus decisiones vitales.
A este fenómeno se suma, cada vez con más frecuencia, el uso político de la información sanitaria. Los datos y los hechos, la información, se manipulan o reinterpretan según el interés del momento. La salud, patrimonio de todos, se convierte así en un campo de confrontación y no de colaboración. Cuando la verdad se utiliza como arma arrojadiza, el sistema se debilita y la ciudadanía pierde confianza en las personas que trabajan por su bienestar.
La desinformación y la instrumentalización política en salud no solo ponen en duda la credibilidad del sistema, sino que hieren la motivación de quienes lo sostienen día a día. Y esa herida, hecha de desánimo, injusticia y desconfianza, tarda mucho más en curar que cualquier otra.
Los nuevos tiempos necesitan titulares, pero también necesitan contexto, rigor y respeto. Sobre todo respeto. La mentira puede doler mucho más que un golpe, que un insulto.
No podemos anteponer una noticia a las personas que hay detrás de esa noticia. No podemos interponer la historia a la verdad.
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